¿Por qué no hay que opinar sobre los cuerpos ajenos?

Psicología Castellón

¿Por qué no hay que opinar sobre los cuerpos ajenos?

Todas hemos escuchado alguna vez comentarios sobre nuestro cuerpo. Desde que éramos pequeñas, ya escuchábamos: «Qué bien te queda la ropa más anchita», «Te veo distinta… ¿has engordado un pelín?» «A ti todo te queda bien, aunque sea apretado».

También escuchábamos como se lo decían a otras, en conversaciones entre adultas, entre amigas, entre madres e hijas: «¿Viste a Carmen? Se ha puesto las botas en verano…»
«Con ese escote va llamando mucho la atención…» «Esa falda le quedaría mejor si tuviera menos piernas».

Y también, cómo las adultas hablaban de su propio cuerpo: «Con estos muslos no me puedo poner nada corto», «Mira esta barriga, ya no hay faja que la salve», «Uf, me veo fatal, tengo que ponerme a dieta ya», «Mira esas estrías… qué horror».

Este tipo de comentarios ha influido en la forma en que muchas personas aprenden a observarse y a hablarse a sí mismas. Y no se trata de algo aislado: diversos estudios demuestran que este tipo de interacciones tiene un impacto directo en la percepción que se desarrolla sobre el propio cuerpo, así como en la probabilidad de experimentar insatisfacción corporal.

Muchas de estas afirmaciones se enmarcan en el concepto de body shaming, es decir, la crítica o burla hacia la apariencia física de alguien, en especial cuando no se ajusta a los estándares de belleza predominantes. Esta práctica se ha visto intensificada con la expansión de las redes sociales, donde la violencia verbal hacia los cuerpos ajenos se ha amplificado y normalizado.

La única realidad, es que no nacemos insatisfechas con nuestro aspecto, aprendemos a estarlo.

Y aunque a veces pensemos que no estamos haciendo daño porque no decimos estos comentarios directamente a la persona implicada, la realidad es que, coexistir en contextos en los que se habla abiertamente sobre los cuerpos de otras personas tiene un impacto en la forma en la que percibimos el mundo y nuestro propio cuerpo.

Por eso, es fundamental promover entornos (desde la familia, los espacios educativos y laborales, o los más informales) que hablen bien de los cuerpos ajenos, que potencien la relación saludable con la comida, y que transformen los mensajes que se lanzan sobre los cuerpos no normativos. En este sentido, desde hace algunos años ha cobrado fuerza el movimiento Body Positive, surgido en internet como una respuesta al discurso hegemónico sobre la belleza. Su objetivo es invitar a las personas a adoptar una mirada más amable y respetuosa hacia sus cuerpos, sea cual sea su forma, tamaño o apariencia, promoviendo una autoestima basada en la aceptación y el reconocimiento del valor de cada identidad corporal.

Porque cuando opinamos sobre los cuerpos de otras personas, no solo hablamos de otros: también enseñamos cómo deberíamos sentirnos con el nuestro. Por eso, dejar de opinar sobre los cuerpos ajenos no es censura: es cuidado y es reparación.

Clara Reguilón. Psicóloga en Camins Torrelodones