EL SÍNDROME DE LA CABAÑA: ¿Y QUÉ PASA SI NO QUIERO SALIR?

EL SÍNDROME DE LA CABAÑA: ¿Y QUÉ PASA SI NO QUIERO SALIR?

¿Vamos a dar una vuelta? Estabas contando los días para poder abrir la puerta de tu casa y salir a pasear, a correr y a estar con los amigos. Sin embargo, hoy es el día, y sorprendentemente no te apetece salir. “Ya saldremos mañana”, le dices a tu marido. “Es que hoy estará todo el mundo en la calle”. Pero llega mañana, y tampoco sales, y el día siguiente, más de lo mismo. Intentas convencerte a ti misma de que lo haces por precaución y que cuando la gente se canse de los paseos y haya menos personas en las calles de tu pueblo empezarás a salir y a “volver a la normalidad”.

Durante estos días en los que hemos empezado la desescalada, no todo el mundo la ha recibido con ansias e ilusión. Muchos son los que no tienen ganas de salir, algunos por miedo al contagio, otros porque no se fían de que los demás no cumplan las medidas de seguridad. Pero todos ellos tienen algo en común, les cuesta adaptarse al cambio y prefieren la seguridad que han adquirido en sus casas. Porque, aunque parece imposible, también nos hemos acostumbrado al confinamiento. El que más y el que menos se ha habituado a su nueva rutina en casa. Pasa más tiempo con su familia, hace magdalenas, se ha convertido en un experto en bricolaje y hasta ha empezado a pintar.

Al fin y al cabo, tampoco se está tan mal. Esta sensación de no querer salir, y de mostrar reticencias hacia el mundo exterior y el contacto social se conoce como el síndrome de la cabaña.

Lo cierto es, que este síndrome es más frecuente de lo que pensamos. De hecho, suele ser una respuesta habitual de las personas tras una situación excepcional, y la pandemia actual sin duda lo es. El ser humano es un animal de costumbres y tras habernos acostumbrado a estar en casa, ahora debemos desacostumbrarnos de nuevo para poder salir de ella. Ante el cambio, algunas personas reaccionan con ansiedad. Y el mero hecho de abrir la puerta de casa puede hacer que se les acelere el corazón, les suden las manos o sientan un ligero mareo. Pero ¿y qué hacer en estos casos?

  • No tengas prisa, ve poco a poco. No es necesario que el primer día des largos paseos, prueba en bajar la basura o en recorrer tu calle.
  • Haz pequeños esfuerzos, aunque sea poco a poco. Sal: si evitas de forma tajante el contacto con el exterior puede convertirse al final en un problema mayor.
  • Adopta las medidas de seguridad recomendadas. Ya sabemos que si somos prudentes el riesgo de contagio es mínimo.
  • Recuerda que estamos ante una situación temporal y que, aunque aun no sabemos cuánto va a durar, lo cierto es que acabará.
  • ¡¡Felicítate por los avances, por pequeños que sean!!

Sara Cantavella Edo

Directora de Psicología Camins Castellón y Torrelodones

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